jueves, 17 de noviembre de 2011

Sin salidas.

Desde pequeños escuchábamos “pero que listo eres hijo, podrás hacer cualquier cosa que te propongas”, “sigue así, estudiando, que llegarás lejos”, y nos lo creímos. Así, llenos de ilusión y de energía como estábamos, así, con la felicidad de alguien que sabe que podrá comerse el mundo, estudiamos: el Instituto, la Universidad, el Master, y tantos, tantísimos cursos y especializaciones.

 Algunos, los afortunados, conseguimos un trabajo: entrevistamos a personalidades públicas, diseñamos carreteras, vendimos discos, atendimos a poblaciones desfavorecidas o enseñamos biología en la escuela, y tratamos de hacerlo lo mejor posible, corrigiendo fallos, proponiendo mejoras, metiendo horas extras; pero todavía queríamos más. Queríamos algo más que cumplir un horario, queríamos algo más que repetir día tras día un trabajo mecánico, queríamos devolver a la sociedad todos aquellos conocimientos que habíamos adquirido, y lo queríamos poner en práctica ya.

 Estábamos allí para hacer algo grande, porque éramos listos, porque teníamos los conocimientos y porque conservábamos la ilusión. “Bienvenido al mundo laboral”, “hacer bien tu trabajo ya es mucho”, “si quieres cambiar algo debes hacerlo desde arriba”, nos dijeron. Algunos, lo siguieron creyendo y ascendieron, fueron Subdirectores, fueron Directores o fueron sus propios jefes; pero es que, aún querían más. Daba igual qué trabajo tuviéramos, daba igual qué puesto ocupáramos, daba igual a qué país nos marcháramos porque siempre había un límite imposible de traspasar; una estructura que cercenaba nuestra imaginación, nuestras propuestas, nuestras ganas.

 Llegados a este punto, algunos salimos a la calle a protestar, pensamos que esa era la forma de romper ese límite y hacer algo grande. Nos reunimos en las plazas, nos reunimos en el facebook, nos reunimos en grupos de acción, logramos crear una red de comunicación internacional entre gente con un mismo interés, acabar con la frustración de no poder cambiar nada. Gracias a ello nos sentimos menos solos. Tuvimos que escuchar comentarios como “la gente que sale a la calle a protestar es porque  no quiere trabajar”, “las manifestaciones están llenas de vagos” o “la gente preparada no está en las calles, está en la oficina”, sorprendida y orgullosa estoy de aguantar tanto sin acudir a la violencia.

 Pero es que algunos aún queremos más, y no dudéis que conseguiremos escribir un nuevo párrafo.


Dedicado a Inma, La Motivación.



4 comentarios:

  1. Que bueno es conservar la ilusión
    (Del lat. illusĭo, -ōnis).
    1. f. Concepto, imagen o representación sin verdadera realidad, sugeridos por la imaginación o causados por engaño de los sentidos.

    ResponderEliminar
  2. La ilusión es como la gasolina. Útil para alimentar cosas útiles, y nunca hay que quemarla. Chapeau por el texto.

    ResponderEliminar
  3. ¿qué creeis,que con vuestras manifestaciones no se ha logrado nada?Ahí está parte del mundo imitándoos.¡arriba esos ánimos!la mamma

    ResponderEliminar
  4. AnonimoYo: A mi me gusta más la segunda acepción:

    (Del lat. illusĭo, -ōnis).
    2. f. Esperanza cuyo cumplimiento parece especialmente atractivo.

    ResponderEliminar